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La salud económica de cualquier negocio depende en gran medida de cómo organiza sus recursos. Entender la composición del balance y la relación entre capital propio y ajeno permite tomar mejores decisiones y asegurar la viabilidad a largo plazo.
Se refiere a la forma en que una empresa financia sus operaciones y activos. Es decir, cómo combina sus recursos propios (patrimonio) con dinero obtenido de terceros (deuda) para funcionar día a día y crecer.
Es la composición del pasivo y patrimonio neto en el balance general. Representa todas las fuentes de financiamiento que utiliza una organización, tanto internas como externas, para adquirir y mantener sus activos operativos y estratégicos.
Aunque suelen confundirse, no son lo mismo. La estructura de capital se enfoca únicamente en el financiamiento permanente a largo plazo (deuda de largo plazo más patrimonio). En cambio, la financiera incluye todas las fuentes: corto y largo plazo, proveedores, créditos bancarios, bonos, aportaciones de socios, entre otros.
Una composición equilibrada permite enfrentar situaciones adversas sin comprometer la operación. Las empresas con bases sólidas resisten mejor las crisis económicas y mantienen su capacidad productiva.
El nivel de endeudamiento determina la exposición al riesgo financiero. Utilizar deuda puede multiplicar la rentabilidad, pero también aumenta la vulnerabilidad si los ingresos caen o suben las tasas de interés.
Una adecuada gestión asegura que la empresa pueda cumplir con sus obligaciones a corto plazo sin problemas. Esto incluye pagar a proveedores, empleados y servicios básicos sin recurrir a financiamiento de emergencia.
Conocer la composición del balance ayuda a planificar inversiones, expansiones o reestructuraciones. Los directivos pueden evaluar si es conveniente endeudarse más, buscar nuevos socios o reinvertir utilidades.
Son todos los recursos y bienes que posee la empresa: efectivo, inventarios, maquinaria, inmuebles, cuentas por cobrar. Representan dónde se invierte el dinero obtenido de las distintas fuentes de financiamiento.
Incluyen todas las obligaciones y deudas que la empresa ha contraído con terceros. Se dividen en:
Es la diferencia entre activos y pasivos. Representa la inversión de los socios o accionistas más las utilidades acumuladas que no se han distribuido. Es el "colchón" propio de la empresa.
Los recursos propios provienen de los dueños del negocio (capital social, reservas, utilidades retenidas). Los ajenos son el dinero prestado por bancos, proveedores o inversionistas externos. El equilibrio entre ambos define el perfil de riesgo.
Se refiere al financiamiento con vencimiento menor a un año. Incluye créditos comerciales, líneas de crédito bancario, anticipos de clientes. Es útil para cubrir necesidades operativas inmediatas como compra de inventario o pago de nómina.
Comprende fuentes de financiamiento con vencimiento superior a un año. Se utiliza para inversiones en activos fijos como maquinaria, construcciones o proyectos de expansión que generarán retorno en el tiempo.
La financiación interna proviene de la propia generación de recursos: utilidades retenidas, venta de activos, mejor gestión del capital de trabajo. La externa requiere acudir a terceros: bancos, emisión de acciones, inversionistas privados.
La financiación propia se basa en aportes de los socios y utilidades no distribuidas. No genera obligación de pago periódico. La ajena implica endeudamiento con terceros, genera intereses y debe devolverse en plazos establecidos.
Según origen de los recursos: puede ser interna (generada por la operación) o externa (obtenida de terceros como bancos o nuevos socios).
Según plazo de financiamiento: se divide en corto plazo (menos de 12 meses) y largo plazo (más de un año), dependiendo del vencimiento de las obligaciones.
Según el nivel de riesgo: una estructura conservadora tiene poco endeudamiento y más patrimonio. Una agresiva utiliza más deuda para amplificar rendimientos, pero aumenta el riesgo de insolvencia.
Fórmula: Pasivo Total / Activo Total
Interpretación: Indica qué porcentaje de los activos está financiado con deuda. Un valor de 0.60 significa que el 60% proviene de terceros y el 40% de recursos propios.
Valores recomendados: Generalmente, se considera saludable un rango entre 0.40 y 0.60, aunque varía según la industria. Valores muy altos indican mayor riesgo financiero.
Fórmula: Patrimonio Neto / Activo Total
Interpretación: Mide el porcentaje de activos financiados con recursos propios. Es el complemento del ratio de endeudamiento. Un valor de 0.45 indica que el 45% pertenece a los socios.
Valores recomendados: Se busca al menos 0.30 y 0.40 para mantener independencia financiera y capacidad de negociación con acreedores.
Fórmula: Activo Total / Patrimonio Neto
Interpretación: Muestra cuántas veces los activos superan al patrimonio. Un apalancamiento de 2.5 significa que por cada peso de capital propio, se tienen 2.5 pesos en activos totales.
Valores recomendados: Depende del sector. Empresas industriales pueden manejar 2 a 3 veces, mientras que negocios de servicios prefieren ratios más bajos.
Fórmula: Activo Corriente - Pasivo Corriente
Interpretación: Representa los recursos disponibles para la operación diaria después de cubrir obligaciones inmediatas. Un capital de trabajo positivo indica liquidez suficiente.
Valores recomendados: Debe ser positivo y suficiente para cubrir al menos 2-3 meses de operación. Varía según el ciclo operativo de cada negocio.
Analicemos una PYME del sector comercial con el siguiente balance simplificado:
Balance simplificado (en miles de pesos):
Cálculo de ratios:
Interpretación para una PYME:
Esta empresa muestra un equilibrio aceptable. El 54% de sus activos se financia con deuda y el 46% con recursos propios. El apalancamiento de 2.17 es moderado. El capital de trabajo positivo de 250 le permite operar con cierta tranquilidad. Podría considerarse una estructura saludable para el sector comercial, aunque debería monitorear el crecimiento de la deuda de corto plazo.
Las pequeñas empresas suelen depender más del capital propio y crédito de proveedores. Las medianas pueden acceder a préstamos bancarios estructurados. Las grandes corporaciones tienen opciones como emisión de bonos o colocación de acciones en bolsa.
Una base patrimonial fuerte permite aprovechar oportunidades de crecimiento sin depender excesivamente de terceros. Los proyectos se pueden financiar con recursos propios o conseguir mejores condiciones crediticias.
Las instituciones financieras otorgan mejores tasas de interés y condiciones a empresas con balances equilibrados. La negociación es más favorable cuando los ratios demuestran capacidad de pago y solvencia.
Con suficiente liquidez y un endeudamiento controlado, la empresa puede enfrentar temporadas bajas, retrasos en pagos de clientes o emergencias sin poner en peligro la continuidad del negocio.
Una gestión prudente permite expandir operaciones, abrir nuevos mercados o lanzar productos sin sobreendeudarse. El crecimiento se vuelve más estable y predecible.
Tomar créditos sin analizar la capacidad real de pago lleva a problemas de liquidez. Muchas empresas crecen rápidamente con deuda y luego no pueden sostener los pagos mensuales.
Usar un crédito revolvente o de proveedores para comprar maquinaria o inmuebles descalza la liquidez. Los activos fijos deben financiarse con recursos de largo plazo que coincidan con su vida útil.
Ignorar los indicadores financieros impide detectar problemas a tiempo. Es fundamental revisar trimestralmente el endeudamiento, la liquidez y el apalancamiento.
Mantener todo el dinero inmovilizado en inventarios o activos fijos sin reservas de efectivo genera crisis cuando hay que pagar nómina, impuestos o proveedores urgentes.
Comprender y gestionar adecuadamente la composición del balance es fundamental para la supervivencia y crecimiento de cualquier negocio. No se trata solo de conseguir financiamiento, sino de encontrar el equilibrio correcto entre recursos propios y ajenos, entre corto y largo plazo.
Las empresas exitosas monitorean constantemente sus indicadores, ajustan su perfil de riesgo según las condiciones del mercado y mantienen la flexibilidad suficiente para aprovechar oportunidades. Una base patrimonial sólida, combinada con un uso inteligente del apalancamiento, permite construir organizaciones rentables y sostenibles en el tiempo.
La clave está en la planificación: conocer las necesidades reales de la operación, proyectar flujos de efectivo y tomar decisiones informadas sobre cuándo y cómo financiar cada inversión. Así, el manejo financiero deja de ser un dolor de cabeza para convertirse en una ventaja competitiva.